Piaget, sincategoremáticos y categoremáticos, y conductismo como mentalismo, etc
Piaget habla de la relación algunos y todos, siempre con relación al todo, olvidando la desagregación de la pareja holonimia y meronimia, donde la relación parte a parte, es también una desagregación en un todo. La etapa sensorio-motora, intuitiva, concreta y lógicas, son la adquisición de preposiciones, artículos y relaciones empíricas y mentales, no basadas en las categorías, o en los categoremáticos, o tan siquiera en sustantivos propios o comunes, adjetivos, verbos, etc, sino en relaciones de cantidad que implican un ordenamiento ordinal, que es a la vez cardinal por el margen alrededor del cual se cuantifica o cuenta ese orden, y que van permitiendo un ordenamiento o clasificación, así como una medición y numeración. El desarrollo de la infancia no incluye la gramática, sino que empieza por la palabra. No incluye el conocimiento del infante de reglas morfosintácticas ni paradigmas gramaticales, sino de sintagmas y habla. Pero a través de ellos, la generalización de clases, conjuntos y tipos. Tanto de la acción espontánea, como de la operación reversible, en términos de Piaget. Esto quiere decir, de nuevo, que el sujeto y el infante no inician con lo analítico, ni con lo categorial, ni con lo metafórico, sino con la metonimia, precisamente en el mismo modo que la sinécdoque es una forma de metonimia. Los sustantivos comunes, son generalizaciones, del mismo modo que los sustantivos propios, son particulares. Esto ya habla de un proceso simultáneo que va desde la relación entre más y menos o algunos, por un lado, y todos y cualquiera por el otro, en la etapa sensorio-motriz, así como de la relación entre artículos y preposiciones, por un lado, y sustantivos por el otro, en la etapa lógica, que no responde a la transitividad, ni responde a la generalización, sino al contrario: una desagregación que produce un conjunto o generalidad a través no de relaciones que van de la parte al todo, sino del todo a sus partes. O en otra forma: del sincategoremático al categoremático, de la preposición al nombre propio, o de la metonimia a la metáfora. La metonimia tiene precedencia sobre la metáfora, del mismo modo que el significante sobre el significado, y la huella o trazo sobre la cadena de significantes, del mismo modo que las relaciones algunos/más-menos y todos/cualquiera y las relaciones de cantidad extensivas o intensivas (la observación visual de la clasificación y la serie, en oposición al ordenamiento de objetos), nos ayudan a formar sets y series: la huella o trazo es sustitutiva, como un significante, formando un set o clasificación, mientras que el signo propiamente dicho, sería un ordenamiento o serialización. El set o clasificación de la huella o trazo, sería la ausencia de operación, o la relación marcada no-marcada/todo o nada, de la fonología. Mientras que el resto de clasificaciones o sets de objetos, de acciones y de operaciones, serían singulares.
El conductismo, refuerza entonces la necesidad de la mentalidad y la interioridad, a pesar suyo. No solo por la crítica de Chomsky, sobre cómo establecer el efecto del reforzamiento o la prohibición en la conducta, si en la acción inmediatamente posterior, o en una acción posterior y alejada del momento del reforzamiento; ¿cómo subdividir la acción y con qué medida, para saber esa diferencia, por ejemplo, en días si se trata de un efecto distante, o en segundos, si se trata de la acción inmediatamente siguiente? Pero además, como lo plantea Piaget: la diferencia entre acción frente a un objeto, acción del sujeto espontánea, y operación, y luego, además, la diferencia entre acciones frente a objetos, acciones del sujeto, y operaciones pero en potencia o anticipadas (que es precisamente lo que abre su carácter reversible, y por lo tanto, permite el ordenamiento o el conteo de clasificaciones de objetos y acciones, permitiendo relaciones transitivas, y a partir de la transitividad, inversas o reversibles, etc). La acción espontánea frente a objetos, las acciones espontáneas del sujeto, y la operación son imperceptibles para la conducta, o al menos lo es su diferencia. De ahí que la observación pasiva, las acciones basadas en medios-fines y las operaciones lógicas, sean indiferentes del mismo modo que distinguir “todos los objetos son B” y “todos los objetos son A y A’” en niños de 5-6 años, y la imposibilidad de estos niños de distinguir entonces que “algunos A son B” es igual a todos los A’ son B, etc, o que hay más A que son B, y menos A que son B, etc, mientras que en niños de 7-8 años sí logran diferenciar estas relaciones (algo determinado por la estadística de la observación conductista misma), apunta a que no se puede distinguir en un niño de 7-8 años, la espontaneidad pasiva, la acción de acuerdo a medios y fines, y el carácter operativo y reversible, de cualquiera de sus observaciones o métricas. Es decir, es posible determinar que a partir de tal umbral de edad y desarrollo los infantes no pueden (mayoritariamente) realizar estas relaciones operacionales lógicas, pero no se puede determinar, entre los infantes que alcanzaron ese umbral, la diferencia misma que se está encontrando en esos datos y métricas.
Por último, no se trata solo del argumento de Chomsky acerca de la no-presencia cuantificable ni observable ni física de los interlocutores o los referentes identificados por el lenguaje, lo que desacredita al conductismo o lo vuelve parcializado, sino que la explicación pseudoconductista del lenguaje, es más bien, una forma de volver al lenguaje en causa de la conducta, y no al revés. Es decir, lo opuesto de todo conductismo. Asimismo, los infantes de 7-8 años con facultades lógicas complejas, pueden presentar aún formas de acción intuitiva espontánea frente a objetos, o de acciones basadas en medios y fines, propias de un estadio inferior de desarrollo: las etapas van progresivamente subsumiéndose una a otra, por lo que es posible observar o medir comportamientos y fenómenos atrasados en el presente, tal y como el método genético en sí mismo, y si esto es medido, incluso como frecuencia mayoritaria en un ploteo o sampleo estadístico o de métricas, considerar a un infante con facultades lógicas, como un infante predominantemente no-desarrollado o sin facultades lógicas complejas. Esto habla también de la limitante de considerar como "normal" en el conductismo de Skinner, las frecuencias absolutas o relativas mayoritarias de estadísticas y métricas. Más aún, si estas estadísticas y métricas, tratan de fenómenos no de la conducta, sino del lenguaje (tal y como el mismo Skinner lo previene), o de la interioridad mental del sujeto (como una psicología introspectiva). Es decir: la corriente misma contra la que surgió el conductismo. Un conductismo convertido en la medición y cuantifiación de variables, no para determinar la conducta, sino la interioridad de la psique, que era precisamente, lo que abandonaba el proyecto conductista.
Esta forma de control, consiste entonces, en la búsqueda de conducir o modular, ya sea represiva o reforzadamente, la interioridad de la mente y de la psique, a partir de mediciones y cuantificaciones de la conducta, convirtiendo epifenómenos como el lenguaje, o signos de la actividad cotidiana espontánea frente a la realidad y sus objetos, o signos de la actividad espontánea basada en medios y fines, especialmente en términos de métricas, como los causantes de la conducta. Las métricas de la actividad de uso del teléfono móvil, cotejadas con el lenguaje verbal, por ejemplo, o con manierismos inertes como el peinarse el flequillo del cabello, o defecar y contar la cantidad de veces que se utiliza el papel higiénico, las cuales constituyen no solo la mayoría cuantificable de acciones del día a día, sino incluso consustanciales y paralelas a las actividades lógicas complejas mismas (es decir: tampoco podemos separar las actividades espontáneas y las actividades basadas en medios y fines con respecto a las operacionales, indistinguibles desde la observación y la medición, como ya lo dijimos), se volverían determinantes para establecer la presencia o ausencia de facultades lógicas, y se volverían ellas causas de la conducta, a pesar de la existencia de facultades lógicas complejas, tanto como efectos. Es decir: variables independientes y dependientes indistinguibles exclusivamente debido a su medición en métricas o estadísticas, tal y como sucede con los coeficientes de causalidad de Granger, por poner un ejemplo, o la ley de números realmente grandes, para poner otro, etc. No solo entonces, como dice Chomsky, no hay forma de subdividir la conducta y el tiempo activo y cotidiano del sujeto en elementos que identifiquen donde está la causa y donde la consecuencia, sino que se asume que la causa es un evento particular (una frecuencia absoluta y relativa minoritaria), que produce una conducta persistente o mayoritaria, una especie de reduccionismo, y además, una multiplicación del problema: todos los eventos podrían ser desencadenantes y causas. Es decir, no solo las variables controladas o independientes del control conductista, o que pretende controlar conductistamente, sino eventos esporádicos y epifenómenos cualquiera, incluso no medidos ni cuantificados, pero que existen en la acción y la operación del sujeto, convirtiéndolo en un proceso mediato de causas, y no un evento desencadenante, volviendo máxima y mayoritaria, pero además constante y en nada un evento desencadenante o causa que produce tal efecto, sino un proceso completamente lleno de causas múltiples infinitas o casi inifitas, así como una cantidad de efectos también múltiples y casi infinitos. O sea, que su propia acción operacional, que es lo que desea el conductismo, volver operacional al menos para el estímulo, las reacciones a éste estímulo, se vuelven también acciones espontáneas orientadas a objetos, y acciones espontáneas de medios y fines de los sujetos. El conductismo mueve a la rata en su caja, pero el movimiento de su mano empujando a su conejillo de indias, es espontáneo, o indiscernible de lo espontáneo mismo, en términos de observación y medición. Para diferenciarlo, necesitaria la interioridad del sujeto.
Insistimos: en lugar de un estímulo controlado, teniendo un efecto preciso, la anticipación operacional del estímulo, es indiscernible de una acción espontánea por vía de su observación física y cuantitativa, y sus efectos además se miden ex post facto, haciendo coincidir con una causa o estímulo indiscernible de la improvisación, la frecuencia absoluta o relativa mayoritaria de supuestos efectos medibles. Como siempre habrá una frecuencia mayoritaria o minoritaria a posteriori presente en las muestras, mediciones y sampleos, siempre será exitosa la causa o estímulo, y siempre será considerada como una forma de control, como una forma de reducción de la entropía, etc, cuando en realidad, puede incluso estar produciendo un aumento del caos.
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