Psicología y lingüística
Elaboraciones a partir de aquí.
Nosotros hablamos de una lógica diferencial del significante presente no solo en la presencia-ausencia de la madre o el objeto parcial, sino de las figuras paternas mismas. Esto puede llevar a contradecir el concepto de autoerotismo, el cual no tiene objeto discernible excepto en la relación diádica con el seno real como objeto parcial, y aún así es considerado como parte de sí mismo; es decir: en la perversión polimorfa no existe distinción con respecto al objeto; esto solo sucede a través del narcisismo primario y secundario. Pero recordemos que no podemos pensar en una evolución que va del objeto parcial a la persona total simplemente, ya que en el autoerotismo también es posible la persona total, y también es posible una posterior fijación sobre objetos parciales. Para nosotros la ausencia de progenitor masculino funda la relación diádica maternal si ahondamos en la lógica del significante: el que la tercera persona sea más accesible en la infancia que la primera persona, habla del origen indicial y metonímico del lenguaje, pero también de cómo éste se articula sobre lo simbólico: la tercera persona es impersonal, mientras el yo/tú son personales. Los pronombres personales son los más indiciales, pero contradictoriamente, son los últimos en ser accesibles en la infancia. Esto invertiría la relación: sería primero lo simbólico y luego lo indicial. Como vemos, hay una articulación de lo indicial y lo simbólico mismos, del mismo modo que de la metonimia y la metáfora. Por esto existe la inversión entre el primer y segundo Lacan con respecto al registro simbólico fundándose con la castración, o pre-existiendo como significante amo desde lo pre-edípico. De este modo, el infante reconoce lo metonímico e indicial, pero también la tercera persona antes que los pronombres personales. Esto se debe a las características tanto indiciales de la tercera persona: la tercera persona puede ser indicial, por más que sea impersonal. En este sentido, los pronombres personales solo pueden ser indiciales, pero formados a partir de la diferencia con el fondo simbólico; y los pronombres impersonales como la tercera persona, son tanto indiciales como simbólicos, y por lo tanto, son la articulación misma del otro y el Gran Otro: el otro del autoerotismo es tercera persona impersonal, y por lo tanto, simbólica, mientras que el Gran Otro es la asunción del pronombre personal en su diferenciación plena como ego a través de la formación del ideal del yo y el Edipo. Esto coincide con la identificación que hace Lacan entre la metonimia y las características sintácticas, mientras que la metáfora con las semánticas.
De este modo no es tampoco primero lo indicial y luego lo simbólico, sino que se articulan ambos desde lo pre-verbal (que no es lo mismo que pre-lingüístico) del mismo modo que la figura paterna tercerizante se puede decir que existe en lo preedípico. El acceso primero a la tercera persona por encima de los pronombres personales, quiere decir lo mismo para los sustantivos comunes y los nombres propios, por lo que aquí también se invierte la relación idealista clásica de los categoremáticos siendo fundantes de la identificación, cuando más bien son resultado metafórico de la primacía de la metonimia. En ese sentido, lo indicial y lo simbólico son paralelos, pero con un peso o primacía de lo indicial y luego un peso posterior de lo simbólico sobre lo indicial (tal y como en el Edipo lacaniano). En lugar de ser los categoremáticos los fundantes de la identificación, son los sustantivos comunes y los significantes junto con su manipulación articulatoria misma, la que permiten los fenómenos pre-verbales lingüísticos y semióticos. Esta interrelación primaria entre indicial y simbólico habla también del carácter externo de la cognición y en especial de la formación y la educación de la mano del desarrollo biológico, tal y como lo antepone Vygotsky.
Comentarios
Publicar un comentario