Psicología

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La presentida unidad del sujeto no es más que la unidad de la psicología general. Si Chomsky logró rebatir los argumentos de Skinner, hoy la cognitiva no hace más que ser un punto de reencuentro de todas las tendencias psicológicas. Este es un evento único. Es imposible que ninguna tendencia resuma a ninguna de las demás, pero también es más importante que nunca que el psicoanálisis no sea tampoco excluido. Solo de este modo es posible la psicología general misma. La no-exclusión del psicoanálisis en particular, es la única vía posible de rehabilitar psicologías no-idealistas y no-metafísicas. El aliado primordial del anti-idealismo y la anti-metafísica psicológica era el psicoanálisis (estrictamente) lacaniano, pero también lo era el conductismo mismo, por más que el psicoanálisis no lo haya querido reconocer en su momento. Esta exclusión mutua es lo que ha imposibilitado a la psicología y ha imposibilitado a la sociedad misma de salir de la psicología misma como artículo de fe. No por nada esto sucede al mismo tiempo que claudica con mayor agudeza la Interpretación de Copenhagen, las interpretaciones del siglo XX alrededor de Heisenberg, y la mal llamada ‘verdad’ del chiste de Shrödinger, etc. Esta rehabilitación de redescubrimientos y replanteamientos sintéticos en vez de innovadores, o de sincretismos en vez de invenciones, etc, es el mismo proceso filogenético y ontogenético a través del cual ha transcurrido la historia contemporánea de la psicología cognitiva del siglo XXI (por contemporánea, por supuesto, no entendemos ni queremos en lo más mínimo comprender el siglo XX ya desaparecido, sino la actualidad).[1]Es el mismo proceso a través del cual ha transcurrido el proceso filogenético y ontogenético de las ciencias pseudo-exactas durante los últimos 5 años, o incluso frente a nuestros ojos ya mismo mientras escribo estas palabras (desde la rehabilitación del concepto de partículas, el colisionador de Hadrones, hasta las confirmaciones de Einstein en conjunto con la mecánica cuántica -pero sin una solución que supere al evento gödeliano, etc-): es decir, la imposiblidad de una unidad lógicamente consistente, pero si con consistencia sintáctica. Es decir, la exclusión del psicoanálisis lacaniano ha sido tan severa, que se ha ocultado la relación, por ejemplo, entre Arvinson y el Edipo, cosa sobre la cual probablemente se esté vislumbrando dentro de la cognitiva misma, alrededor de trabajos como los de Mitchell alrededor del amo y el esclavo, etc. Este vislumbramiento está sucediendo ya a través de la aceptación (incluso en términos de laboratorio, si acaso eso fuera necesario), de los conceptos freudianos, los cuales de modo imperativo deben ser superados para incluir los lacanianos. Debe haber una ruptura absoluta entre Freud y Lacan, probablemente: la ruptura con la psicología del siglo XIX (no solo psiquiátrica, sino incluso la que va a dar con el conductismo, y por más que sea lamentable o no, también con Freud). La sinécdoque y no solo la metonimia (la sinécdoque siendo una forma de metonimia en sí misma) debe ser reivindicada con paciencia y prontitud, mucho más que un simple giro lingüístico (analítico o no, continental o no, etc), sino mucho más que la diada misma entre metáfora y metonimia. Esta articulación la está realizando, sea en esas categorías o no, pero definitivamente aún sin su comprensión, este oleaje de desarrollos que tienen como epicentro al movimiento cognitivo estrictamente post-chosmkyano, post-computacional, post-informacional, etc. Los tres tiempos de Arvinson son hegelianos y peircianos, y a través de ellos, lacanianos. Esta vía es imperativa como posibilidad, al menos, para la concreción de la psicología general, ya no solo propuesta por Laplanche, sino por cualquier psicología que se reivindica a sí misma.

 

Notas metodológicas propias sin sentido alguno:

Hegel/Bataille/Derrida

Lacan/Irigaray/Mitchell

Figura(indicial), fondo (símbólico), situación (indicial/simbólica/+)




[1] Hay dos puntos de inflexión en la decadencia de ese siglo XX: a) tanto el fallecimiento del conductismo a manos de Chomsky conjunto con la desaparición de la lectura anglosajona del psicoanálisis clasicista (sin excluir tampoco absolutamente nada –Abraham, Klein, etc-) y que llevó a la aparición del evento lacaniano, b) como la inflexión del repunte neurocientífico en la década de los 90’s. Estos puntos de inflexión no solo deben ser superados por la psicología general, como en un una especie de cientismo o cientificismo russelliano (¡al cual no adheriremos nunca!), sino que ya son superados por el desarrollo científico permitido por dichas inflexiones mismas. La unidad del sujeto no es una unidad adleriana, ni es una unidad biofisiológica, sino una unidad mereológica.

 


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